La Ciudad sin Nombre 2

       

 Fan Fics (continuacion no oficial), de la historia original de H. P. Lovecraft titulada; La Ciudad sin Nombre.

Para leer mi historia, primero te recomiendo leer la original que me sirvio de inspiracion, y que por supuesto es el preambulo a mi creacion, encuentrala en este link; Relato original de Lovecraft


                              La ciudad sin Nombre 2


Si hay algo realmente difícil de una carrera universitaria, es sin duda alguna el elaborar la tesis final para obtener el grado. Es una etapa de mucho estrés que no muchos logran manejar bien, puedes ser bueno en tu área pero si algo haces mal en la tesis, tendrás problemas. Ello me había llevado hace algún tiempo a ponerme en contacto con una “asesora de tesis”, persona que prácticamente se encargaría de llevar a cabo todo el trabajo haciéndome la vida más llevadera y; debido a su experiencia sería muy difícil de que algo saliera mal en dicha tesis.

 

Por supuesto no podía confiar en cualquiera, había asistido con una mujer que me había sido recomendada por un compañero de clases, ella tenía una tienda que hacía las veces de papelería, librería y ciber café y aunque no entendía de donde sacaba tiempo para las asesorías pues me había sido recomendada por alguien que la conocía muy bien, así que eso me hizo buscarla. Dahize; ese era su nombre, según me dijo ella era el nombre de una princesa árabe muy famosa en la antigüedad debido a su gran belleza, bueno en realidad se llamaba María Dahize pero ella prefería solo su segundo nombre.

 

Realmente ella y yo no éramos amigos, si había sin embargo una bonita relación de cortesía; ella era una mujer muy educada y muy culta aunque sin llegar a ser pretensiosa por ello. Siempre había de parte de ella un saludo y una despedida muy calurosos, un buen trato, dicción sencillamente hermosa de cada palabra que decía y además, era muy precisa para darte la información relacionada con el avance que cada semana hacía de la tesis. Siempre me agrado mucho y yo en verdad quería poder establecer una amistad con ella, pero nuestro escaso tiempo hacía que no valiera la pena intentar congeniar mejor con alguien, si al final de cuentas nunca tendríamos suficiente tiempo para conocernos.

 

Debo decir si, que siempre fue una mujer muy profesional y era tan buena en su área que muy rara vez yo estaba en desacuerdo con alguna de sus ideas. Entre otras cosas; ella vendía libros de variada naturaleza pero una vez me conto que esos no eran los libros que ella acostumbraba a leer, sé que era muy buena lectora, eso me lo hacía saber la forma que tenia de ser pues solo los libros son capaces de forjar personalidades tan seguras, intuitivas e interesantes como la de ella. A pesar de eso el día que me hizo el comentario acerca de que leía libros pocos comunes, yo estaba tan absorto en el asunto de la tesis que realmente no les preste mucha atención a sus palabras, sin embargo; como buena apasionada en lo que hace, ella me invito a una pequeña oficina que tenía apartada de todo el bullicio de la tienda.

 

Era primera vez que entraba allí, las paredes estaban llenas de estantes y a su vez estos estaban llenos de libros y algunos otros de copias de tesis, era una oficina sin ventanas pero muy bien iluminada y aseada aunque eso no incluía que estuviese ordenada. Ciertamente, pienso que no se disculpó por el desorden asumiendo que éramos amigos y que por ello no debía sentir vergüenza, después de todo el desorden era solo de libros, tesis y revistas.  La oficina era de cierta manera grande y me sorprendió que su escritorio estuviera totalmente despejado, parecía estar en otra dimensión pues estaba en discordancia con el resto de la oficina y, no sé como pero sin que yo dijera una sola palabra ella supo lo que yo estaba pensando en ese momento

—mi escritorio esta así porque es mi área de trabajo­— dijo mientras buscaba una silla arrimada en un rincón. — nunca dejo ni un solo papel encima a menos que esté realizando alguna investigación—

—hmmm bueno es grato saber que trabajas cómoda— fue lo único que se me ocurrió decir, en realidad trataba de entender cómo se dio cuenta que yo notaba esa disparidad entre escritorio y habitación.

—toma asiento por favor­— me dijo ella mientras se acomodaba en su silla—

—gracias­— agregue yo mientras me sentaba y trataba de concentrarme en ella, ya que las estanterías detrás de ella ocupaban gran parte de mi campo visual.

—sabes porque te traje para acá? — pregunto dahize sabiendo que yo no conocía la respuesta a dicha pregunta.

—sabes que no­— fui directo, es mi manera de ser— espero que sea para decirme que mi tesis saldrá muy bien— agregue

—sabes que tu tesis saldrá bien, en los años que llevo haciendo esto nunca he tenido problemas con las tesis­— dijo con toda seguridad y sin dejar de verme fijamente

­—hmmm bueno me alegro oír eso, pero la verdad no sé qué hago aquí, ni siquiera sabía que tuvieras esta oficina­— le dije algo confundido

­—en efecto solo quienes trabajan conmigo saben de esta oficina, no suelo traer a más nadie— me dijo en un tono un poco serio. En ese momento corrió su silla hacia atrás y estirando la mano izquierda saco de una gaveta del escritorio unas hojas que rápidamente puso frente a mí.

—es un relato que imprimí para obsequiártelo, como podrás ver lo encuaderné con mucho cuidado para que no lo pierdas fácilmente— dijo otra vez con un tono serio que distaba un poco de la alegre forma de hablar que siempre le conocí.

­—ok, pues gracias por el regalo; esta noche lo leeré con calma cuando este en casa— dije yo sin mucho interés, era un simple relato y yo no tenía tiempo para leer ficción, además me pareció exagerado que lo hubiese encuadernado pues eran unas pocas hojas­

—David; no es cualquier cosa— en ese momento tomo mis manos con las suyas como cuando un padre trata de enseñarle una lección de vida a un hijo— más bien es un relato que he querido obsequiarte, pero la idea es que lo leas, vas a recibirte como arqueólogo y si te soy sincera, por algún tiempo quise serlo­—

­—en serio quisiste ser arqueóloga? — sí, me había sorprendido, pero me intrigo saber porque no lo había estudiado, pues es una mujer muy inteligente— porque no entraste a la universidad, a lo mejor hubiésemos sido compañeros— agregue yo soltando una ligera risa que pronto le contagie a ella.

—digamos que no he tomado las mejores decisiones, recién hace tres años me dedique a esto e incluso entre a estudiar Historia Antigua pero, a veces las cosas no suceden como uno espera así que no continúe y me dedique por entero a este negocio—

—pues creo que debiste intentar nuevamente, digo; no es que el no estudiar no te haga servir para algo pero, si tenías eso por dentro de querer estudiar historia antigua o arqueología pues pienso que debiste ponerle más empeño a eso— dije yo.

—en mi caso no es tan fácil David— repuso ella. —tal vez algún día te explique algunas cosas, por ahora lo que quiero es que te lleves esté presente y me prometas que lo vas a leer— me dijo acercándome un poco más el relato.

Lo tomé en mis manos y vi la portada que solo tenía escrito el nombre y aunque el relato como tal estaba hecho en computadora, ella había escrito el título a mano en una muy fina y delicada caligrafía “La Ciudad sin Nombre”.

—muchas gracias dahize, en serio; pero no te hubieras molestado, me hubieses dicho el nombre y yo lo hubiese buscado en internet— dije un poco descortés

—es que no lo ibas a conseguir fácilmente, no es algo que se publique mucho; es una literatura que no la encontramos fácilmente los pocos que la buscamos— dijo ella con una seguridad que me causo intriga.

Finalmente me quedé con el relato y le di las gracias, me despedí rápido porque tenía cosas que hacer al igual que ella. Así Sali y al caer la noche apenas llegaba a mi casa, una vez allí mientras ordenaba un poco, vi el relato junto a mis llaves, realmente no sentía ganas de leerlo pues al día siguiente tenía que madrugar, ya antes en una ocasión dahize me había contado que si ella fuese arqueóloga iría a buscar las ruinas de una antigua ciudad de la que no muchos sabían, yo en broma le dije que su misión era llegar hasta allá, redescubrirla y hacer que todos supieran de dicho lugar. En ese momento no lo supe pero a Dahize se le metió más en la cabeza esa idea, pues ella no supo descifrar mi sentido del humor y pensó que yo se lo decía en serio, lo tomo como una señal del destino. Tal vez allí se le habrá ocurrido la idea de darme el relato.

 

Lo cierto es que a pesar de la insistencia de dahize, no lo leí. Pasaron varias noches y siempre me acostaba a dormir sin leerlo. Sin embargo; al pasar los días, recordaba de manera más seguida la insistencia de dahize en que leyera unas simples hojas, hasta me sentí un poco mal por prometer leerlo y no cumplir dicha promesa, era algo simple pero ella tuvo la dedicación de imprimirlo, encuadernarlo y hacerme pasar hasta su oficina privada en una muestra de absoluta confianza y para qué? Para que yo no apreciara ese gesto tan simple pero significativo y no fuera capaz de dedicarle unos minutos para poder leerlo. Nuestra mente suele ser un arma de doble filo, así que habiéndome sentido mal, decidí esa noche leerlo.

 

Debo admitir que me gusto el relato desde el primer párrafo, la forma tan única de narrar que tenía el autor me hizo meterme de lleno en la lectura, pronto vi que se trataba de un arqueólogo que iba en busca de una antigua ciudad ya olvidada. Justo allí tuve una sensación extraña, porque recordé lo que dahize me dijo que querer redescubrir una antigua ciudad y pues de eso se trataba el relato que ella insistió tanto en que yo leyera. Además justo al comenzar se dejaba en claro de que la ciudad estaba maldita, sé que era una simple historia o por lo menos eso creía yo; pero pues mi mente cayo víctima de una sugestión que era aumentada por la narración del escritor, a mi juicio tan espectral como la ciudad que describía, pero algo hizo que mi encanto bajara; aquella parte donde se nombran criaturas en forma de reptil.

Como arqueólogo, me es común escuchar cualquier teoría que nombre a los reptilianos, una supuesta raza de seres que en muchos casos habría sido desplazada por los seres humanos y que casi todos quienes hablaban de ella aseguraban, que ahora vivía bajo la superficie terrestre, escondidos y vigilándonos o gobernándonos en secreto según sea el caso de quien hable sobre dicha raza. En ese momento para mí era algo tonto y el relato dejo de producirme esa angustia mental que hasta ahora me había venido haciendo sentir cada palabra que leía y que mi mente visualizaba de manera cada vez más nítida y sensorial.

 

Pronto lo había leído todo y sinceramente sentí que había perdido unos minutos de mi vida, pero me sentí mal por pensar eso pues para dahize era algo importante; así que decidí comunicarme con ella al siguiente día y decirle que por fin había leído esa historia. No sabía lo que me esperaba, pues sin sospecharlo; estaba ante un punto de no retorno en mi existencia, que de alguna manera aun no explicada me uniría más a Dahize, pero que igualmente me haría entrar en una etapa de mi vida realmente extraña pero a la vez, espectacular.

 

Esa noche tuve un extraño y muy vivido sueño en el que me veía montado sobre un camello, era de noche y estaba en algún desierto muy bien iluminado por la luna llena, yo estaba acompañado, Dahize venia conmigo; estaba justo detrás de mi sin decir ni una sola palabra, solo me veía fijamente con unos ojos brillantes y muy abiertos, parecía como si estuviese asustada pero no emitía ningún sonido ni hacia ningún gesto. Mientras en medio del sueño yo la veía esperando alguna reacción de parte de ella, dahize solo se limitó a mover los ojos hacia el frente, como si algo viniera hacia nosotros, yo volteé hacia el frente; el camello siempre había estado en movimiento y ahora llegaba a la cima de una duna de arena, y mientras más se acercaba a la cima más se divisaban en la lejanía las ruinas de una antigua ciudad.

 

La luna estaba sobre dicha ciudad por lo que fue fácil distinguir las paredes y los pisos de esta. Dahize dijo una palabra creo que en árabe y el camello se detuvo, yo estaba fascinado viendo las ruinas cuando dahize puso su mano sobre mi hombro izquierdo para señalarme una parte de la ciudad. Allí se podían ver unas sombras deformes que más bien parecían ser como nieblas oscuras y que se movían entrando y saliendo de un aparente agujero en el suelo, las brisas del desierto trajeron entonces hasta nuestros oídos los ruidos que hacían estas sombras y eran una mezcla entre gemidos y quejidos de tipo espectral y en los que no se distinguía ninguna palabra humana aunque si me pareció sentir ciertos patrones, esas cosas se hablaban entre ellas.

 

Lo que más me aterro fue ver que las que salían del suelo llevaban con ellas otras sombras más pequeñas y de un color verdoso, que a pesar de no tener forma definida, eran menos deformes que las otras; gracias a esto pude darme cuenta de que estas sombras verdosas estaban resistiéndose a que las más grandes y oscuras se las llevaran, era como si las grandes estuvieran de caza. En ese momento me di cuenta de que el camello no estaba, Dahize tampoco. Aunque no volví a ver el camello, me di cuenta que dahize bajaba por la duna en dirección hacia la ciudad, yo la llame varias veces advirtiéndole que no fuera pero ella no hacía caso, empecé a correr para tratar de alcanzarla y mientras lo hacía dirijo mi mirada hacia la ciudad y para mi horror descubrí que las sombras oscuras estaban quietas, viéndonos; no tenían ojos pero en el sueño sentí que las sombras nos veían, por fin alcance a dahize y cuando la tome por el brazo para largarnos de ahí, ella se deshizo entre mis manos y frente a mis ojos y mientras lo hacía dio un grito despavorido que fue tan fuerte que me despertó.

 

Abrir mis ojos sin embargo no evito que me asustara, realmente sentí el grito como si alguien lo hubiese emitido al lado de mi cuerpo somnoliento pero ya despierto; como era de esperarse tenía la respiración agitada, sudaba y sentía que esas cosas estaban en mi habitación; claro solo era el susto de lo que rápidamente catalogue como una pesadilla, así que me senté esperando a poder calmarme pero en ese instante sonó mi teléfono, ni siquiera el teléfono celular sino el residencial. Me extrañe porque en todo el tiempo que tenía viviendo ahí alquilado, nunca nadie me había llamado a ese teléfono, si le daba a todos ese número y el del celular, pero nunca me habían llamado ahí y menos a esa hora de noche.

 

Totalmente extrañado e intrigado tomé el teléfono y respondí:

—alo—

­—leíste el relato cierto­? — era la inconfundible voz de Dahize

­­­—perdón? — fue lo único que pude decir aun agitado por el sueño

—lo leíste verdad? Soñaste con la ciudad­— reitero ella. En una llamada telefónica que empezó sin ningún saludo, algo inusual en dahize; note que su tono de voz era diferente al que siempre había oído en ella, parecía como si estuviera en trance.

—bueno pues sí, pero tu como sabes? — indague sumamente sorprendido pues hacia días que ella me había dado el relato, y desde ese día no había hablado con ella, no le avise que lo leería justo esa noche.

—porque volví a soñar con ella, y por primera vez tu estabas ahí conmigo­— me dijo ella haciendo que yo quedara estupefacto, como que la volvía a soñar? ¿Y cómo pudo ser que ambos soñaramos sobre el mismo lugar y al mismo tiempo? Me dejo sin palabras.

 

—la ciudad ahora también te atrapo a ti­— agrego ella y colgó.

 

¡¡¡diablos!!!

 

 

 

 

Desde aquella extraña noche, me reuní varias veces con dahize por el asunto de mi tesis. Realmente siempre tuve la inquietud de preguntarle que había sucedido, pero no me atreví, resulta que ella tampoco me tocó el tema; creo que esperaba que yo le dijese algo, pero la verdad yo esperaba que ella sacara a relucir dicho asunto, pero; ninguno lo hizo. Así finalmente llego el día de mi graduación, la tesis obtuvo una de las calificaciones más altas y en agradecimiento a Dahize, la invite a mi graduación; solo después de un tiempo caería en cuenta de lo egocéntrico de dicha invitación, pero lo cierto es que ella la disfruto.

 

La presente a mis compañeros y estuvo en las fotos junto a mis padres, hasta le regale el birrete de la graduación, fue algo simple pero simbólico para ambos porque le hice prometerme que retomaría sus estudios y me regalaría el birrete con el que ella se graduaría. Por fin salía de mis ocupaciones más inmediatas, ella por su parte logro abrir un espacio en su vida para poder conocernos mejor. Era indudablemente una amistad prometedora la que nos esperaba, y aunque sabíamos eso realmente ignorábamos que tan lejos nos haría llegar en nuestras vidas. En algún momento sentí que la relación podía llegar un poco más allá de una amistad, pero, aunque quise aventurarme el destino tenía pensado algo diferente.

 

Como arqueólogo sabia que en este país no tendría mucho que hacer, sabía que debía buscar oportunidades en lugares donde conocer el pasado humano fuera de interés. Dahize también lo sabía así que pienso que, debido a eso, ella tampoco decidió dar oportunidad a que se diera mas que una amistad entre nosotros. Lo cierto es que, gracias a uno de mis profesores de la universidad, logre un trabajo como asistente adjunto en una excavación en Perú; más específicamente en el desierto de Atacama en donde se hacían importantes hallazgos sobre la cultura Chinchorro. Por supuesto mi felicidad era enorme, aunque eso significara dejar atrás por un tiempo a mi familia, mi ciudad y ahora también a Dahize.

 

Ella sin embargo sabia que eso era parte de la vida de un arqueólogo y muy en broma me decía que me imaginaba sobreviviendo a maldiciones al mejor estilo de Indiana Jones y, aunque yo hubiese querido que fuese así pues no era para nada parecido a la realidad que me esperaba. A pesar de ello me adapté muy bien a las difíciles condiciones del desierto más árido del mundo y pronto comencé a sobresalir de entre mis colegas. El arqueólogo en jefe de la excavación, el doctor Jaime Cruxent rápidamente me tomo mucha estima y pensó que yo estaba listo para dar el siguiente paso en mi carrera.

 

Ya habiendo pasado casi un año en Atacama; Cruxent me había recomendado con uno de sus viejos amigos y también arqueólogo e igualmente aventurero Sven Haugen, quien estaba a cargo de una excavación en la lejana Irlanda. Haugen ya tenía casi una década en dicho país desentrañando el misterioso, pero culturalmente rico pasado celta, debo decir que me emocionaba mucho el poder tener la oportunidad de estar allí, pues aunque en aquel momento me interesaba más la excavación de los Chinchorro, el poder estar en Irlanda seria una excusa perfecta para buscar una entrada en el mundo de la arqueología europea, en la cual siempre ha habido mayores oportunidades de financiamiento para la arqueología que en América.

 

por supuesto la noticia se la hice llegar rápidamente a Dahize, quien sorpresivamente luego de un par de días en los cuales ambos logramos controlar la euforia de la noticia; volvió a nombrarme aquella ciudad maldita. Aunque realmente esperaba el día en que me volviera a tocar el tema, debo reconocer que por alguna extraña razón no me sentía preparado para ello. En cuestión de horas ella había trazado toda una serie de tareas que tanto ella como yo deberíamos de realizar ahora que yo me iba, todas orientadas a encontrar aquella nefasta y antigua ciudad.

 

Ni siquiera me pregunto si yo estaba de acuerdo, solo se dedico a detallarme todo lo que había estado pensando. Ella investigaría todo lo relacionado con el mundo reptiliano, ciudades mitológicas antiguas y muchos otros temas que ella pudiese llegar a encontrar y que estuvieran relacionados no solo a la ciudad sino a la mitología entera encontrada en los relatos de Lovecraft, pues ella estaba convencida de que lo que allí se leía no se debía solamente a la imaginación de dicho autor, sino también a conocimiento arcano que el habría obtenido de alguna desconocida fuente.

Por supuesto yo tendría las labores mas complicadas, pues Europa abría frente a mi todo un mundo de posibilidades para investigar en mas que solo libros. Gracias a que Europa se conecta fácilmente, yo debería moverme por cuantos lugares y bibliotecas fuesen necesarias para aprender sobre una larga lista de temas que según creíamos nosotros, nos llevarían a obtener información sobre la verdad de aquella ciudad perdida. Claro; a esa altura parecía un simple juego de niños donde la meta es conquistar el mundo. Sin embargo, algo teníamos los dos muy arraigado en nuestra forma de ser y era el hecho de ser muy apasionados al hacer algo, sobre todo siendo un tema que por más que no quisiéramos aceptar, nos causaba más angustia que curiosidad.

 

Por cuestiones de tiempo, no pude viajar de vuelta a mi ciudad ni para visitar a mis padres ni para ver de nuevo a Dahize, ya me esperaban en Irlanda y era mejor no hacer esperar a nadie.

 

 

 

CAPITULO 2

 

Habían pasado otros dos años, después de los cuales había terminado mi estadía en Irlanda. Fue muy productiva, pero debía seguir mi rumbo, sin embargo aproveche antes de volver a trabajar para tomarme un año sabático. Desde aquel día que sali hacia Perú, no había vuelto a visitar mi ciudad y por ende no había sentido en todo ese tiempo los abrazos de mis padres, ni había disfrutado de una buena conversación con Dahize en la que no solo oyera en persona su voz, sino que viera como su sonrisa y sus miradas se sincronizaban con esa hechizante energía que se desprendía de ella.

 

Así que decidí volver y tomar un descanso. Luego de visitar a mi pequeña familia llegaría el momento de reencontrarme con esa gran amiga a la que tanto extrañe, porque a pesar de estar en contacto gracias a internet, nada le gana a poder compartir una buena taza de café sin ningún aparato electrónico de por medio. Así nos citamos en un pequeño restaurante el cual era su favorito, era super sencillo pero cómodo y con una gran vista hacia una plaza redonda, en medio de la cual se yergue muy vanidosamente un obelisco rodeado de piedras hermosamente talladas.

 

Ya había caído el sol y la lluvia recién comenzaba a suavizarse. Los pocos comensales que estábamos dentro del restaurant estábamos impregnados con el agradable olor a tierra mojada que había en el aire, seguramente intensificado en los jardines de la plaza la cual yo veía de manera casi inmóvil, estaba perdido en mis pensamientos los cuales eran una mezcla de emoción por ver a Dahize y nervios por no saber todo lo que hablaríamos esa noche. De pronto en medio de mi meditación sentí como alguien deslizo suavemente su mano sobre mi hombro, indudablemente era ella.

 

—hasta que al fin lo veo señor David— me dijo dahize con una voz suave y tierna a la vez

—hasta que al fin la veo señora Dahize— dije yo luego de voltear suavemente a verla. Solté una gran sonrisa y apenas pude dejar sobre la mesa la taza de café que tenia en mis manos, no pude evitarlo; sencillamente me levante muy eufóricamente y la abrace con fuerza, como si eso compensara tanto tiempo sin tenerla cerca.

Ella respondió mi abrazo con el mismo cariño y por unos segundos en los que nos abrazábamos con los ojos cerrados, solo pensábamos en no separarnos de nuevo, pero una cosa es la que se piensa y otra la que se hace, así que era mejor soltarnos y dejar que el tiempo volviera a correr.

—qué alegría volver a verte dahize, en serio esperaba mucho este momento­— fue lo primero que dije al tiempo que los dos nos quedamos parados uno frente al otro con ambas manos agarradas.

—yo también, no sabes cuanto me encanta que hayas decidido venir— repuso ella. En ese momentos nos soltamos y nos sentamos, yo hice señas a la mesera para que viniera con un café para mi amiga, al tiempo que ella se las ingeniaba para cerrar bien su paraguas y ponerlo donde no la mojara.

—te gusta el café negro cierto? Yo pedí uno con leche y vainilla y esta super bueno— le dije para amenizar el momento.

—sí, de hecho, no hacía falta que le hicieras señas a doña Antonia, ella ya sabe como me gusta mi café— me dijo ella con una mirada picara que pretendía burlarse un poco de mi cortesía.

—cierto, disculpé usted señora clienta frecuente de esta cafetería, los forasteros no tomamos eso en cuenta— le dije en un tono bromista, a lo que ella soltó una leve carcajada.

—recuerda que vengo acá casi a diario­— agrego dahize mientras recibía su taza de café de parte de doña Antonia quien no dijo ni una sola palabra.

Por supuesto me sorprendió, siendo dahize clienta frecuente y dada su personalidad chispeante, me sorprendió que no recibiera un saludo de la mesera.

—no te preocupes­— me dijo pronto dahize— ella siempre ha sido así y no recuerdo un solo día en que yo le haya sacado una sola palabra— añadió disfrutando de un corto sorbo de su café.

—mis sobrinos dicen que es un robot— volvió a agregar dahize al tiempo que soltaba una risa y colocando la taza sobre la mesa llevo las manos entre sus piernas para calentarlas un poco.

—si hubieras pasado dos años en irlanda te darías cuenta de que eso que estas sintiendo realmente no es frio— dije yo por puro molestarla, prediciendo la risa que eso le ocasionaría, ella era una mujer de mucho reír, era la expresión mas simple de su alegre forma de ser.

­—si hubiera pasado dos años en irlanda, le hubiese traído un recuerdo a mi mejor amiga— me dijo ella probando otro sorbo de su café.

—claro que se lo traje, se lo di hoy en la tarde­— era mentira, solo le daba celos de amiga, pero vaya que me reí de eso con muchas ganas.

—ahhhh entonces el señor David no me considera su mejor amiga, pues entonces yo tendré que pagar la cuenta de hoy—dijo ella en tono bromista aún

­—para nada, la caballerosidad ante todo, yo me encargo de eso—dije de manera muy galante— tengo monedas de oro para pagar, se las quite a un duende con el que pelee en un bar en Dalkey­—

—siempre te delata tu forma tan educada y machista de ser— eso ultima no era necesario pero fue la única manera de que me ganara esa breve batalla de frases, sin embargo nos reímos y eso fue suficiente para nosotros.

—no sabes cuanto extrañe estos momentos— me dijo dahize viéndome fijamente a los ojos, aunque fue algo fugaz ya que de inmediato quito sus ojos de encima mío para dar un pequeño suspiro.

—los suspiros son el lenguaje del amor—dije yo algo pícaro

­—es mentira, el lenguaje del amor es el francés, todos lo saben— se apresuró ella en aclarar

—pero un francés traduce muy bien lo que significa un suspiro— dije yo a modo de reto

—y que significado tuvo mi suspiro? — pregunto ella muy curiosa y con una mirada casi de adolescente.

—no lo sé— no sé porque se me salió eso pero… la deje con las ganas de saber la respuesta—no soy francés.

Respuesta muy astuta que nos hizo reír mucho mientras doña Antonia nos veía desde la barra como si fuésemos dos adolescentes coqueteándose. Así pasamos cerca de una hora hablando de tantas cosas y poniéndonos al día sobre nuestras vidas, era increíble que nos escribiéramos casi todos los días, que nos llamásemos con bastante frecuencia y aun así estando frente a frente, todavía teníamos tanto que contarnos. Supongo que así son las buenas amistades.

Finalmente y después de un postre decidimos irnos a hablar con mas calma a su apartamento, nunca lo había visitado aunque si lo había visto en algunas videollamadas, dahize siempre fue una mujer muy hogareña y se enorgullecía de como decoraba su lugar predilecto, así que de vez en cuando y de cuando en vez, me lo mostraba. La parte de la que ella estaba mas orgullosa era su biblioteca, era una habitación entera dedicada solo a sus libros que de por si nunca habían sido pocos.

Al entrar me hizo sentarme en un cómodo mueble en el que me provocaba quedarme dormido, ella mientras tanto fue al baño, finalmente se sentó junto a mi y por la forma en que me vio, supe de qué quería hablar. Es tan extraño pero cuando ella quería hablar de la ciudad sin nombre su mirada y la tez de su cara cambiaban radicalmente, lo cierto es que durante estos últimos dos años que estuve en irlanda estuvimos siempre hablando sobre las cosas que habíamos estado investigando relacionadas al tema de la ciudad y de la literatura de Lovecraft.

 

Siempre nos mantuvimos al día exceptuando pequeños detalles que no nos dijimos por teléfono debido a que eran cosas que debíamos primero confirmar, una vez hecho esto cada uno por su cuenta decidió esperar el momento en que pudiéramos hablar frente a frente para poder sacar a la luz lo que teníamos pendiente. Si bien no era necesario hablarlo en nuestro primer encuentro, no pudimos evitarlo. Definitivamente el plan original de dahize, de investigar cada uno por su cuenta; dio frutos.

 

Para comenzar; ella había leído mucho sobre estas teorías de los reptilianos, desde las mas simples y que los ubican en el pasado de los humanos, hasta las más difíciles de creer que los acusan de manejar a los lideres mundiales. Sin embargo ella logro hacer a un lado las teorías conspirativas para centrarse en aquellos datos que daban un indicio de como humanos y reptilianos cruzaron sus caminos, todo esto sin embargo puras teorías; yo particularmente seguía sin creer en esas criaturas pero como investigador debo tener siempre presente todas las ideas como opciones.

 

Algo positivo es que dahize finalmente había retomado sus estudios en Historia Antigua, así que sabía por dónde dirigir su búsqueda la cual debía centrarse en textos históricos. En esas andanzas un día tuvo algo de suerte, en un foro conoció a un ratón de biblioteca; de hecho un bibliotecólogo de avanzada edad que vivía en Estados Unidos. Este personaje de apellido Parker y oriundo de Minnesota, curiosamente era otro de los que habían sido “atrapados” por la ciudad, pero desde hacia mas de 50 años; su búsqueda sin embargo fue peculiar porque el centro toda su atención en la veracidad de la información que aportaba lovecraft en el relato original.

 

Si bien el relato de Lovecraft se entendía como mera ficción, Parker pensaba que al igual que los mitos, esta historia debía tener algo real en ella. De esta manera busco datos sobre arqueólogos que hayan hecho expediciones al medio oriente, aunque sabia que el protagonista de la historia de lovecraft pudo incluso haber sido un saqueador de tumbas y del cual nunca hallaría registros. Parker había buscado durante mucho tiempo de manera infructuosa hasta que un día decidió ir a la biblioteca mas completa de los Estados Unidos; la biblioteca del congreso nacional.

 

Eso fue en los años 70`, para su asombro luego de buscar en repetidas ocasiones a lo largo de mas de dos años; dio con información de un arqueólogo norteamericano que volvió del medio oriente hablando acerca de una ciudad muy antigua y que él había encontrado. Dicho arqueólogo buscaba fondos para volver pero esta vez con una expedición mas profesional y con equipos y hombres que le aseguraran volver con pruebas sobre la existencia de aquella ciudad. El problema para el fue que por los detalles que dio acerca de lo que había visto, sus colegas comenzaron a tildarlo de loco, asegurando que tales cosas no era posible que existieran.

 

Los registros lo identificaban como Whateley P. Morgan, graduado de la Universidad de Yale en 1868, originalmente estuvo en Tierra Santa participando de varias excavaciones pero de alguna manera paso al medio oriente, no se sabe porque y los registros tampoco lo dicen pero en algún punto se cruzo con esta ciudad, conto que apenas logro salir, hasta ahí la similitud con la historia de Lovecraft. Sin embargo; el mismo Morgan contaría a los diarios de la época que luego de su huida de la ciudad, vago cerca de tres días en el desierto y ya casi deshidratado y muerto de hambre fue salvado por una caravana de mercaderes árabes.

 

Luego pasaría varias semanas con ellos quienes no daban crédito a lo que él contaba, allí Morgan supo que varios pueblos nómadas de los desiertos árabes contaban historias sobre ciudades malditas, siendo la mas temida esa ciudad que él había visitado, de hecho había una historia en particular sobre dicha ciudad; en esa historia se relatan las ruinas, tormentas de arena en medio de las cuales se escuchan ruidos extraños cargados con mucho sufrimiento y que solo se posan sobre la ciudad, se mencionan también la bruma y el sonido de la gran puerta de bronce aunque no se menciona dicha puerta.

 

Con estos elementos los árabes narran una historia aterradora que tiene como principal objetivo asustar a quien la escucha y hacer que se aleje de la zona, de hecho; en el relato árabe original se menciona como llegar a la ciudad mas no como hacer para salir, los árabes pensaron que al narrar los horrores de ese lugar no importaba si decían como llegar, pues al no decir como salir nadie se atrevería a entrar y por el contrario, sabrían de que zonas alejarse. En la antigüedad los árabes siempre tuvieron una lógica exquisita ¡

 

Evidentemente Morgan escucho sobre esta ciudad gracias a los árabes, aunque Parker pensaba que el relato lo escucho estando en Tierra Santa debido a la numerosa población árabe en ese lugar, eso lo habría hecho aventurarse en su búsqueda aunque quedaban varios cabos sueltos en esa hipótesis. Lo cierto es que Watheley sabia como llegar, esa seria una de las razones por las que se atrevía a volver, idea que tuvo una férrea oposición en los académicos de la época, quienes en publico le llamaban loco pero en privado lo mas probable es que supieran que lo que él decía no era nada disparatado y por lo tanto lo amenazaran de muerte.

 

Parker pensaba que en ese punto se hizo peligroso para watheley ya que de mostrar al mundo que esa ciudad había existido, estaría derrumbando parte de las bases de la sociedad moderna y por ende; parte de las ataduras que unos pocos tenían sobre gran parte de la humanidad, como por ejemplo las implicaciones que tendría para la religión el que se descubriera que existía una raza de reptiles humanoides inteligentes que no aparecía en la biblia y mas aun, un grupo de dioses antiguos que nada tenían que ver con los dioses de la tierra, dichos dioses que aparecen con mas detalle en las historias de Lovecraft y todas relacionadas con la ciudad sin nombre.

 

Lo único que Parker logro confirmar fue que en efecto ese arqueólogo existió, que encontró las ruinas de la ciudad y que tal como apareció en la escena pública, así mismo desapareció sin dejar rastros y sin indicios de que haya conseguido financiamiento. Compartió estos datos con Dahize al ver el interés tan grande que ella tenia en todo esto e increíblemente dahize supo que el estaba en lo correcto, en este punto dahize volvió a un recuerdo de su niñez, cuando tenia aproximadamente 10 años. En esa época su abuelo quien nació y se crio en el medio oriente, le contaba historias propias del folclor árabe.

 

Ella siempre había escuchado muy atentamente a su abuelo, un viejo robusto y barbudo pero muy cariñoso al que le gustaba interpretar a los personajes de sus historias, para ella fueron momentos dorados porque viajaba en su imaginación y se conectaba con las voces de sus ancestros, así hasta que la atacaba el sueño y su abuelo la acostaba con un gran beso en la frente. Una de esas historias contaba la aventura de un viajero de otras tierras que se había aventurado un día en el desierto, en busca de un lugar maldito que los árabes evitaban a toda costa, la historia contaba todas las desdichas de ese hombre que estuvo a punto de morir tragado por el desierto; la misma historia que contaba Lovecraft en su relato, salvo algunos detalles claro que el escritor agrego.

 

Cuando dahize creció para ella fue un fuerte schok emocional toparse “accidentalmente” con aquel escrito de lovecraft en donde leía prácticamente lo mismo que le había contado su abuelo, historia que ella creía imaginaria, historia que no hablaba de criaturas de aspecto reptil pero que si hablaba sobre presencias sobrenaturales y de una ciudad infinitamente mas antigua que el mismo ser humano. En su mente algo se resolvió cuando Parker le confió todo lo que sabía, ella unió varias cosas aunque el misterio estaba lejos de estar claro para ella.

 

Se dio cuenta que lo que whateley había contado a la prensa fue parte de lo que les había contado a los mercaderes que lo rescataron, quienes para evitar otro incidente de esa naturaleza; incluyeron en su tradición oral la historia que contaba de como un día un hombre llego hasta esa ciudad consumida por el tiempo y por maldiciones antiguas. Se convenció de que en algún momento y de alguna manera que tal vez nunca se descubriría; Lovecraft había oído la historia pero no la versión de whateley, sino la versión árabe que era mucho más completa, convirtiéndola así en el primer relato de toda una nueva realidad que aparecería en sus posteriores relatos, para los cuales obviamente tuvo que obtener más conocimientos.

 

Esa historia del folclore oral de los pueblos nómadas árabes fue la que uno de sus ancestros le conto a su abuelo; pues este era descendiente de familias de antiguos mercaderes, pero en un curioso castigo del destino el abuelo de dahize elimino la parte donde se contaba como llegar hasta la ciudad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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